Arquitecto Miguel Baudizzone - Diseño y poética
PRESENTACIÓN
La generosa cantidad de edificios que tiene en su haber el Arquitecto Miguel Baudizzone, diseñados y construidos a lo largo de cincuenta años de profesión –siempre junto a su socio, el Arquitecto Jorge Lestard-, conforma un parámetro elocuente de su lugar y su relevancia en la arquitectura argentina e internacional, con edificios de los más diversos usos, tipologías, escalas y emplazamientos, construidos tanto en Argentina como en América del sur y en otros países del mundo.
Las grandes obras como el Hotel Casino de Rosario (Argentina), el Centro Comercial y Hotel Las Brisas (Santa Cruz de la Sierra, Bolivia) o el proyecto de Ciudad Aerolíneas (Argentina) –por nombrar sólo algunas de las más importantes- y también los múltiples edificios de oficinas, de viviendas, torres, hoteles, centros comerciales, auditorios, edificios institucionales y una larga y variada lista de concreciones de tipologías diversas y altísima calidad, atestiguan una carrera profesional intensa, sólida, cuidada y, sin ninguna duda, destinada a perdurar en el tiempo.
Por otra parte, las cifras y los datos duros que completan la dimensión cuantitativa de su obra (total de metros cuadrados construidos, toneladas de hormigón armado utilizado, volúmenes de suelo desplazado, etc…) crecen en forma constante y conforman un panorama de enorme contundencia.
Sin embargo, no son estos aspectos de lo cuantitativo los que nos ocupan ahora, sino ciertas características que corresponden al campo de lo cualitativo, y más precisamente al campo de las ideas.
Poseedor de un punto de vista muy particular sobre la Arquitectura, Baudizzone se formó dentro de las coordenadas del Movimiento Moderno. Pero siempre su actitud -a la vez que revisita los orígenes en virtud de sus valores perdurables- se caracterizó por la energía y la independencia necesarias para cuestionar, modificar y replantear no sólo aquella formación inicial, sino también sus propias ideas de épocas más inmediatas.
Esta actitud, particularmente en lo que refiere al diseño, ha resultado en un proceso por el cual su pensamiento evoluciona siempre -de manera dinámica, plástica y abierta- en nuevas búsquedas y nuevas direcciones. Es un proceso que se reactualiza de manera puntual frente a cada nuevo desafío, y que, con los años, con la práctica y con la reflexión sobre la práctica, ha generado resultados arquitectónicos muy diversos a lo largo del tiempo y de las décadas. Un proceso que -de la mano de una filosofía de libertad conceptual compartida con su socio Jorge Lestard, y de un análisis atento y minucioso de la realidad social e histórica que les ha sido contemporánea en cada etapa de su profesión- los ha colocado -en lo que refiere a la apreciación de su obra por otros profesionales, expertos y teóricos- en la categoría de eclécticos.
Y esto, el ser eclécticos, resulta una concepción muy valorada por ellos.
Por otra parte –en cuanto al plano de lo práctico, de la praxis concreta- la dilatada experiencia personal de Baudizzone en la construcción, la dirección y la gestión de obras lo convierte en un interlocutor privilegiado a la hora de transmitir los desafíos que debe enfrentar un arquitecto frente a las grandes obras, a los grandes edificios. Obras en las que intervienen diferentes equipos, con cientos de personas, y en las que el ejercicio del rol y la responsabilidad de dirigirlos y concertarlos hacia un objetivo común (volver realidad ese diseño) resulta crucial. Haberlo hecho a lo largo de décadas le otorga una mirada autorizada sobre todos estos aspectos, y esa mirada nos transmite acá, en esta larga entrevista, a través de opiniones, conclusiones y consejos de enorme valor que harán seguro impacto en la mente abierta y siempre voraz de conocimiento de los estudiantes y los arquitectos jóvenes.
Baudizzone integra el Estudio B&L y Asociados (Baudizzone, Lestard y Asociados), de Buenos Aires, Argentina.
LA ENTREVISTA
En esta entrevista Baudizzone nos ofrece un panorama minucioso de su método de diseño, al que considera el resultado de un proceso de evolución y cambio sostenido, con tesón, y persistencia, durante décadas de ejercicio profesional.
Baudizzone plantea, como principal definición, una oposición metodológica por la cual, frente al método clásico del análisis –esa actitud cuasi científica que viene de la tradición vitrubiana y de “l´école des Beaux Arts”-, él elige un procedimiento fundamentalmente determinado por la síntesis.
Plenamente consciente del riesgo de parecer "políticamente incorrecto", nos dice que en realidad "uno empieza por la síntesis”. Actitud que podría ser vista -por lo menos- como curiosa, ya que la síntesis suele ser la conclusión de un proceso. A partir de acá, de este planteo inicial, pormenoriza sobre las dos formas o caminos opuestos de enfrentar el diseño: el análisis y la síntesis.
Para Baudizzone, en el inicio, en la primera aproximación, debe haber siempre "una especie de concepto". Y este concepto encontrará su correlato gráfico en lo que él denomina "los esquemas conceptuales”. Todos estos acercamientos -de obvio carácter especulativo- se mueven dentro del terreno de las hipótesis, y estas primeras hipótesis vendrían a ser lo que él entiende y determina como "síntesis". A su vez, la verificación de estas hipótesis -verificaciones que se concretan contra la realidad y sus datos duros- corresponde a la etapa analítica, es decir, al "análisis".
Baudizzone explica que para él primero está "el concepto". Y después -siempre después del concepto- el pensamiento sobre la forma, la estructura, los espacios y demás aspectos concretos a estudiar y resolver.
Resulta particularmente interesante -a la vez que apasionante, dada la intensidad de su postura-, el análisis que hace de dos experiencias fundamentales como son el Casino de Rosario (City Center Rosario) y el edificio de Aerolíneas Argentinas (Ciudad Aerolíneas), en el que expone, en un desarrollo generosamente rico en ideas y detalles, ejemplos concretos de esta forma de diseñar arquitectura.
Diseñar, para él, también implica la lucha contra el hábito, contra la respuesta automática de la costumbre e incluso contra las teorías y su rigidez normativa. Diseñar es un intento constante por enfrentar cada nuevo proyecto en un estado de total apertura a la sorpresa, liberado de las ataduras mecánicas de lo hecho y de la seguridad de los metros cuadrados construidos. Es decir, de alguna manera, liberado del peso de la experiencia en lo que ésta pueda tener de lastre. Pero al mismo tiempo, respecto de la experiencia, Baudizzone considera que es la base real de la intuición y la rescata como un recurso de enorme valor en el diseño. De esta manera, enfrenta cada nuevo proyecto colocándose en un terreno virgen, abierto por entero a la novedad y la sorpresa, a la alternativa de dejarse ganar por lo nuevo, por lo imprevisto que se pone en juego.
Como resultado de esta actitud y esta concepción, resulta evidente que para Baudizzone cada proyecto se percibe como algo único, acaso irrepetible, que incluso quizás constituya una etapa en sí mismo, y que, dados sus requerimientos y condiciones diversas, tendrá una respuesta también única, seguramente irrepetible. Porque si cada proyecto tiene condiciones diferentes, necesidades diferentes, épocas, emplazamientos y usos diferentes, las respuestas –es decir los diseños, las obras- deberán ser necesariamente diferentes, y de ninguna manera similares o seriadas por subordinación u obediencia a un esquema práctico o teórico previo.
Este proceso intelectual y creativo, que se reactualiza de manera constante con el notable dinamismo de un pensamiento sin fin, de una reflexión en acción, de una filosofía de libertad conceptual -que Baudizzone comparte con su socio Jorge Lestard-, es lo que, como dijimos antes, los ha colocado en la categoría de eclécticos.
Me animo a decir, en consecuencia, que la tarea de Baudizzone -su tarea inicial frente al diseño- se concentra en descubrir -un poco a la manera de un antropólogo del futuro, de un observador de lo todavía inexistente- las claves, leyes, conceptos y/o líneas de acción propias que cada proyecto necesita, sugiere, pide o demanda. Determinando de esta manera, como arquitecto, las aristas precisas de su realidad futura, en un juego intelectual y sensorial que se vuelve –tuve el placer de comprobarlo durante la gestación de esta entrevista- verdaderamente apasionante. Precisándolas, fijándolas y dándoles concreción en la mente, el papel, las maquetas y el plano de lo digital, y alumbrando así, a través de ese delicado proceso, con audacia y lucidez, la genética y el cuerpo fáctico del futuro edificio.
ESTRUCTURA DE LA ENTREVISTA
La entrevista está dividida en ocho capítulos.
Con una duración total de 18:55 minutos.
Listado de los capítulos:
- “El proceso de diseño: empezando por la síntesis”
- “Análisis y síntesis”
- “Ejemplo 1: City Center Rosario”
- “Ejemplo 2: Ciudad Aerolíneas”
- “Síntesis y esquemas conceptuales”
- “La actitud ecléctica”
- “Dibujos, maquetas y software de diseño”
- “El arquitecto y el diálogo”
LA ENTREVISTA CAPÍTULO POR CAPÍTULO
CAPÍTULO 1
“El proceso de diseño: empezando por la síntesis.”
Baudizzone explica que, sin haber tenido él ni su socio Lestard una formación de particular interés en un enfoque teórico, en los hechos el procedimiento de proyectar les ha ido construyendo una “teoría”. Y que esta teoría se opone, de alguna manera, en cuanto a la manera de abordar el proceso de diseño, a los lineamientos clásicos de su formación universitaria.
“Nosotros fuimos formados en el análisis de los problemas para llegar a una solución” –nos dice. “Sin embargo, a riesgo de parecer ´políticamente incorrecto´, yo diría que uno empieza por la síntesis”.
Y a partir de este planteo inicial, analiza las dos formas opuestas de enfrentar el diseño: el análisis y la síntesis.
Desde 1.600 en adelante, sostiene Baudizzone, los arquitectos han sido marcados por la necesidad de encontrar “un mecanismo racional, un sustento científico”, para la práctica profesional del diseño. Y esto hace que muchas veces “se busque un mecanismo que venga garantizado por sellos de razonabilidad científica”, una especie de aval o seguro que brindaría un marco de certezas al resultado, lo que históricamente ha llevado, como consecuencia, “a una exaltación de los problemas del análisis”.
Por otro lado, y como contrapartida de riesgo, argumenta, los demás caminos, vinculados con la búsqueda a partir de una síntesis, “muchas veces desembocan en una situación de total capricho, de algo azaroso, producto de una intención exclusivamente ´artística´, y por lo tanto, desajustada de las necesidades del problema que se está manejando.”
“Entre estos dos extremos -concluye- se mueve la producción de cada uno”.
CAPÍTULO 2
“Análisis y síntesis”
Baudizzone afirma –y lo hace con pasión-, que, frente al proceso de diseño, él empieza por la síntesis.
De esta manera, como consecuencia, lo que primero aparece en el proceso de su búsqueda es “un borroso y englobante conjunto de soluciones”, una especie de borrosa imagen previa “que yo llamaría síntesis.” Lo que parece paradojal –dice-, porque la síntesis suele ser el final de un resultado. “Yo creo, sin embargo, que aparece una especie de ´imagen global´ que excede los términos de lo que siempre se dio en llamar el partido”.
Precisa entonces lo que la Escuela de Buenos Aires –en la que él y su socio se formaron- definió como “el partido”, con sus tres condiciones o requisitos necesarios e ineludibles, que se constituyeron en un verdadero clásico de la arquitectura de aquel momento, y del cual Baudizzone nos dice “que parece casi una herencia vitrubiana, o de l´école des Beaux Arts”.
Ese partido, sin embargo, bien puede tener “un punto previo” que seguramente no satisfaga las exigencias clásicas de aquél, sino que resulta del análisis de una serie de particularidades (del terreno, por ejemplo) y que se propone como una especie “de aproximación al problema”. Es decir “de cómo se acerca uno a un terreno, o cómo resuelve un programa muy particular”.
Y a continuación ofrece ejemplos prácticos y concretos de obras realizadas por el estudio.
CAPÍTULO 3
“Ejemplo 1: City Center Rosario”
Baudizzone refiere acá al proceso de diseño del Casino de Rosario, al cual, muy en el inicio, y siempre según este proceso de síntesis que ellos utilizan, visualizaron como “una especie de roca enclavada entre un jardín que baja de la autopista y la trama de la ciudad”.
La roca, en este caso, sería la imagen inicial resultado de esa síntesis.
Y nos explica los motivos por los cuales lo concibieron como “una roca”.
“Es una roca porque tiene que tener pocas ventanas dado que es un casino, es una roca porque tiene una escala gigantesca, por lo cual no se puede asimilar al mundo domiciliario que está atrás”, y continúa así, enumerando sucesivamente una serie de razones adicionales que resultan de unos usos muy particulares y específicos, que son los propios de un casino, un hotel y un centro de convenciones, y las alternativas de su relación y articulación en tanto conjunto arquitectónico.
Y ese concepto de roca –se apasiona Baudizzone compartiendo con nosotros el proceso íntimo de su creatividad- “genera ideas y sugiere cosas”. Entre ellas, la libertad de las formas, las diferentes materialidades y toda una serie de interpretaciones posibles que resultan y derivan de esta imagen inicial, de esta síntesis.
En definitiva, lo que nos está diciendo es que esta libertad de creación que resulta de concebir el proyecto “como una roca”, permite una plasticidad y una riqueza formales que posibilitan que el tránsito del diseño sea un proceso de sumo interés para él, una experiencia intensa y de enorme apasionamiento.
CAPÍTULO 4
“Ejemplo 2: Ciudad Aerolíneas”
Cuando les tocó hacer el concurso de Aerolíneas Argentinas, del que fueron ganadores -nos dice Baudizzone-, “teníamos un terreno alargadísimo que parecía una especie de fideo... que terminaba en una gran bajada al río Matanza, y por delante una autopista. Además el terreno estaba limitado por los costados y también teníamos una altura tope.” Vale decir una especie de caja virtual pero muy concreta que determinaba de entrada las posibilidades del proyecto.
Por otra parte, en tanto edificio de oficinas, debía tener buena luz natural y vistas hacia afuera, pero al mismo tiempo, por tratarse de una compañía aérea, debía sugerir “algo que se despega”.
Y todas estas condiciones puntuales se terminaron resolviendo en el diseño según este proceso de síntesis, que fue único y específico para este caso en particular.
CAPÍTULO 5
“Síntesis y esquemas conceptuales”
Acá Baudizzone reflexiona sobre los procesos de diseño expuestos en los ejemplos anteriores y analiza la materia con la que trabaja en estos procesos creativos:
“Se dan cuenta de que yo acá no estoy hablando de formas, estoy hablando de “esquemas conceptuales”, si se los quiere llamar así.” Y nos dice que recién después pensará en las condiciones particulares de ese terreno y ese uso para el proyecto.
Es decir que primero hace una hipótesis – la síntesis- y luego verifica esta hipótesis en la realidad. La del terreno, de las dimensiones, del código, etc… Vale decir, lo que sería la etapa analítica. Y concluye: “Es decir que el fenómeno analítico es una verificación. Yo verifico todas esas condiciones.”
“Pero yo creo que primero debe haber “algo”, que no me gustaría llama idea fuerza, o imagen inicial… sino una especie de concepto. Y uso la palabra concepto a propósito. Porque me parece que es una manera de aproximarse a la arquitectura en la cual ese concepto engloba mucho cuestiones, por ejemplo, de cómo se va a usar ese edificio.”
Es decir que esa primera idea, ese primer concepto, deberá contemplar los usos a los que estará destinado el edificio, la vida de las personas que usarán ese edificio. Porque estas personas, en estos edificios –y puntualiza en los dos casos que dio como ejemplos-, al responder a usos diferentes, van a estar en situaciones diferentes.
“A su vez los paisajes que los rodean, esas geografías, se van a alterar de maneras diferentes,” ya que en estos casos la relación con la autopista no es la misma, sino que es diversa, particular.
Es decir que las diferencias –de terreno, de condiciones, de emplazamiento, de relación o no con la trama urbana, etcétera- requieren una aproximación diferente según cómo se va a alterar ese terreno, y ese entorno, y a cómo ese entorno va a influir en el edificio.
“Y recién después pensaré la estructura. Recién después.”
“Y después iré construyendo esos espacios.”
Pero primero está el concepto, siempre.
CAPÍTULO 6
“La actitud ecléctica”
¿Qué consecuencias tiene este procedimiento?, se pregunta Baudizzone.
Este forma de concebir el diseño tiene como consecuencia una considerable variedad de soluciones, la posibilidad de llegar a resultados muy diferentes para los diversos proyectos del estudio. A una variedad resolutiva y formal que a algunos les ha llamado la atención.
Al respecto nos comenta que, viendo el catálogo de obras del estudio, alguien los definió como “de una actitud ecléctica”. Y confiesa que ellos se sintieron muy elogiados por esa definición. “Porque si los temas son muy diferentes, lo mejor que podemos hacer es tener soluciones diferentes. Y este es un tema clave y caracterizador de nuestra producción. Que es buscar aquella propuesta que es particular a un problema urbano, a un programa determinado, a un terreno específico, etc…”
Todas estas particularidades de alguna manera están funcionando como límites, y el límite, si se lo considera como oposición a la falta absoluta de límites, es también una condición determinante a la que es necesario incorporar como elemento creativo.
Resumiendo, entonces, el proceso de diseño se basa en una aproximación global inicial –la síntesis a la que refiere-, para después proceder a una verificación de esta síntesis –la etapa analítica-, en un proceso que lógicamente “está teñido por los millones de metros cuadrados construidos”, es decir por el peso de la experiencia. Así como también pesa la historia de la arquitectura. Y por supuesto el diálogo con el cliente o la institución que ha pedido el proyecto.
Baudizzone habla luego de la experiencia de los concursos, particularmente en cuanto a la interpretación de las bases, ya que a su juicio un concurso debe ser una superación de la propuesta implícita en las bases.
CAPÍTULO 7
“Dibujos, maquetas y software de diseño”
“¿Cuándo aparece el dibujo en esa etapa?”, se pregunta Baudizzone. “Difícil decirlo”, se responde. Esta dificultad en precisarlo nos habla de un proceso de síntesis a partir de una intuición de lo global, que avanza de lo general a lo particular, en el cual el dibujo es la herramienta que ayuda a la concreción de esa intuición, que le da forma, y que fija -al menos temporariamente- una etapa en la sucesión de dichos pasos.
Refiere entonces a los dibujos iniciales de algunos proyectos realizados por el estudio, que en sus pocos y sintéticos trazos contienen ya la idea de los espacios y las situaciones definitivos. Gráficos o esquemas veloces que fijan, aun en su carácter instantáneo, la complejidad del pensamiento que les da origen y una prefiguración del resultado considerablemente afinada y acertada.
Y concluye con una apreciación de carácter personal, que no descarta el valioso sesgo de sensualidad implicado en el dibujo: “Siempre el dibujo es un verificador, una herramienta fantástica… y además una situación de mucho placer.”
Refiere luego a las modalidades anteriores de la representación, las que se usaban décadas atrás, cuando el dibujo a mano de los detalles implicaba horas y horas de trabajo, una tarea verdaderamente artesanal, una enorme inversión de tiempo y un ejercicio de paciencia hoy inconcebible, en comparación con la función netamente simplificadora, posibilitante y dinámica de los softwares de diseño.
En ese sentido, nos dice, “la utilización de los elementos informáticos permite confirmar rápidamente, o bien tirar a la basura lo hecho”, cuando se verifica algún error o alguna imposibilidad en lo pensado.
También las maquetas físicas son un elemento que ayudar a verificar y que, fundamentalmente, ayudan al cliente a ver y a entender las instancias de ese proceso que ya tiene existencia en su imaginación.
Como conclusión, Baudizzone argumenta que todas son, según la etapa y el objetivo con el que se las use, herramientas de comunicación válidas y eficientes.
CAPÍTULO 8
“El arquitecto y el diálogo”
Lo bueno de este procedimiento de diseño, de cómo va apareciendo la idea, el concepto, la propuesta inicial, de cómo el proyecto va tomando forma, “es que admite un diálogo”, dice Baudizzone. “Es más, requiere un diálogo.” Considerando al diálogo como una instancia fundamental del diseño.
Lo que también incluye, por supuesto, la posibilidad de la discusión, de discutir incluso apasionadamente. “Y a veces hasta con enojo”.
Y Baudizzone valoriza y encomia la función del diálogo en el proceso de diseño, contraponiéndolo a los resultados conseguidos por quien trabaja solo, que se pierde todo lo positivo que aporta el diálogo.
“Porque me parece que la tarea es una tarea de diálogo. Porque el diálogo incluye la capacidad de ceder, la capacidad de convencer, de entender, de comprender. Es imprescindible dialogar con el par, con el socio. Pero por otro lado debe haber un diálogo con el cliente, con los ingenieros, con la multitud de colaboradores, es decir con un ejército de gente. Porque cada estudio de ingeniería a su vez tiene un montón de gente. Que son todos héroes anónimos que se ponen a resolver cosas.” Y la transmisión de esa complejidad que es un proyecto, su correcta interpretación y su efectiva coordinación, se posibilitan y potencian por medio de esa herramienta fundamental que es el diálogo.
“Entonces desde el primer dibujo, desde esos primeros esquemas groseros, hasta que se llega al detalle final con el último tornillito Parker… ese camino lo hace un montón de gente.
Entonces el que trabaja solo se pierde toda esa riqueza.”
Su análisis deriva finalmente en la intuición. Y Baudizzone nos habla de la intuición ofreciéndonos un verdadero ejercicio de la pasión y el intelecto para conseguir precisarla, considerando que, en gran parte, es una consecuencia de la práctica, de la experiencia, de lo hecho: “La intuición no entendida como fenómeno mágico, o de creatividad luminosa, sino la intuición entendida como la aplicación de las experiencias anteriores. Es decir, que la intuición conforma un ejercicio particular de la memoria.”
Fotos: Ramiro López Crespo